Libélulas

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Crítica de Libélulas

Volar o mantenerse en equilibrio

Aunque no conociéramos su trayectoria profesional, a la vista de las imágenes será muy sencillo afirmar que Luc Knowles está muy introducido o es un deudor del videoclip. En su bautismo cinematográfico se nota demasiado esa tendencia. El montaje es frenético, con planos y contraplanos continuos, salpicados por un enforque más abierto que se integra sin timidez en esa apuesta. Es muy difícil mantener ese ritmo durante más de hora y media. Por eso, cuando se toma un respiro es como si notáramos una pausa desconcertante.

De ahí que esa fórmula le reste valor a la secuencia cumbre, cuando sus dos protagonistas discuten acaloradamente en un cara a cara intenso durante cinco minutos. Problemas de un debutante, que quiere abarcar demasiado y termina por desperdigar una historia con gran interés en sí misma. Se advierten demasiados frentes en la vida de dos jóvenes amigas desde la niñez. Es un retrato juvenil en el que se dan cita sentimientos encontrados, violencia, sexo, drama, rosas, traición y unos insertos musicales que pudieran ser prescindibles.

En busca de un paraíso

La acción se centra en un extrarradio, con familias que viven en caravanas o chabolas en un lugar indeterminado. Álex -Olivia Baglivi- y Cata -Milena Smit- han sido golpeadas por distintos avatares de la vida. Sueñan con marcharse. Aunque el sur es su paraíso anhelado, no se atreven a dar el paso. Aquella es la más decidida, pero está atada por el entorno familiar. Su hermana Vera -Marina Esteve- cuida de su sobrina Maya desde la muerte de su madre. Cata es pura bondad, menos impulsiva, pero demuestra que su amistad está por encima de todo.

Ambas disfrutan de sus amores y de admiradores rendidos a sus encantos. Viven cada noche como si fuera la última y sus fantasías de volar se topan con barreras que les obligan a permanecer en un frágil equilibrio. El tiempo se les echa encima y el futuro acecha con no existir. El guion contempla un alijo de droga robada y la consiguiente traición. Para enturbiar la trama nos encontramos con Vico -Javier Collado-, un policía corrupto y despiadado que completa una galería de personajes sin presente que anhelan olvidar el pasado.

Hay valores ciertos en esta puesta en escena que termina por embarrarse por la pretensión de abarcar demasiado. La estética del video musical, que obliga incluso en el vestuario, apenas deja respirar a los personajes, que necesitarían de un mayor relax visual para entenderlos mejor y no enredar tanto con las diferentes emociones que plantean. Es una visión de un mundo periférico sumergido en un laberinto en el que sus protagonistas tienen muy complicado encontrar la salida. Con esa radiografía hubiera sido más que suficiente.

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